Gritos amplificados. (FKtheTV!)


(Hace unos años atrás, ltR* pretendía cambiar las reglas del juego, utilizando de arma de batalla los beneficios una radio. Hoy es solo un suspiro que sobrevuela en el ambiente, y que no promete aterrizar para generar raíces. De todos modos, aquí va en formato de “reconocimiento final”, uno de los textos que supo difundirse en dicho programa. El contenido responde a una realidad generada hace unos años. La rabia acumulada era producto de la edad,aunque probablemente, en la actualidad, existan induviduos que se sumen a esas palabras hacia la nada.)
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Y en el rincón derecho de la clásica habitación tipo de la sociedad desconectada, se encuentra ella, la grandiosa, la querida, la educadora, televisión por cable.
Sin duda alguna, la fuente de relatividades más poderosa de los últimos siglos; la enemiga absoluta del mundo de las ideas; el medio dedicado enteramente a la difusión sangrienta de los hechos ocurridos en el infernal mundo de las cosas.
En muchísimos casos (prácticamente en el 99,9 por ciento, ya que decir 100 por ciento sería poco marketinero), este agresivo cubo negro de dimensiones proporcionales a la situación económico-social de sus respectivos dueños, se a tornado desde su aparición hasta la actualidad, en la forma mas sencilla y cómoda de construir opiniones respecto a la vida, a la existencia, a la sociedad y al universo como punto de partida a mas de 99,9 millones de dudas, preguntas y teorías destructivas.
El recurridísimo tema del dominio en masa, llevado a cabo por todos aquellos personajes políticos que creen ser dueños de un método universal para que el mundo pueda girar con un argumento sólido y ventajoso, ha sido muy pero muy facilitado, gracias a los siniestros servicios que los canales televisivos ofrecen a la llana y amoldable sociedad. Si. Es una realidad. Es una situación que se percibe mediante factores, tales como la gigantesca escasez de imaginación que lamentablemente trota inflame y feliz por entre los perezosos cerebelos, de los espectadores asiduos a programas como “los chimentos del señor X” o “bailando por un puchero”.
La estúpida televisión que nuestros hermanitos argentinos emite desde su diabólica perspectiva de la vida, es realmente un tacho de basura, inútil inclusive para posibles reciclajes. El desfile matutino que se desarrolla por entre las pasarelas mediáticas, toma de receptores en muchísimos de los casos, a los vulnerables niños y jóvenes que se encuentran en una rebuscada construcción de sus personalidades. Es realmente desbastador. Las vulgaridades más grasosas del mal gusto, utilizan a personajes muy insanos para que la masa pueda copiar mientras cree estar haciendo lo correcto: vedettes ultra colagenadas de ambiciones a las que podemos acceder llamando ya a determinado servicio de compras telefónicas; chimenteros bastardos que no participan de la vida, sino que la relatan empapándola de veneno; relatores de fútbol que empañan sus palabras con favoritismos inclinados hacia lo que mas le conviene al canal; noticieros del estado que alteran las cifras contundentes de los muertos en la última guerra entre la superpotencia y el país dueño de los últimos recursos; los malditos pastores enviados por el diablo, que venden bienestar y paz enlatada, a los pobres ignorantes que demandan una doctrina religiosa para poder apoyar sus estropeados corazones; y los maldecidos discursos del Papa, el mismo que luego de gritarle al pueblo en nombre del mítico e invencible Cristo, acomoda su espalda sobre el trono de oro, mientras rasca su mentón con el bastón de oro, mientras dos chicas de medidas pronunciadas lo abanican con periódicos de oro, mientras se embriaga con el agua vendita desde una copa de oro, mientras los niños se mueren de hambre, mientras el mundo de despedaza a un ritmo alarmante, mientras el universo nos amenaza, con adueñarse de nuestros destinos (y el de nuestros hijos, y el de nuestras abuelas…).
Pero eso a la mayoría, poco les importa. La mayor información sobre el programa de televisión más pedorro, será muy bien cotizada cuando en la oficina la intercambiemos con otro soldadito del gran sistema. Los pasillos de las oficinas descuidarán a la cordura de sus hijos pequeños, pero nunca dejarán se saber acerca de la última disputa entre la anoréxica modelo que se caso con el dueño de X, y la cotizada prostituta que en un par de ocasiones amaneció drogadísima y desnuda, entre las piernas y sabanas del disputado señor dueño de X.
La bendita música, es también afectada. La infección es poderosa, llegó desde la televisión a muchísimos lugares. En las famosas estaciones de programación dedicadas a la música entre comillas, también se dan situaciones de lamentable resultado. En la última década, demasiadas banditas de pendejos desobedientes, han comenzado su asesinato moral hacia la ya destrozada sociedad: la vestimenta mas oscura, tachas hasta en los parpados, algún que otro clavo en el cuerpo y una pose cool que haga que las chicas griten sin sentido; después, unas guitarras distorsionadas y un batero con una sobredosis de idiotez y ya todo esta listo para salir a hablar de los sentidos de la musa y para autonombrarse músicos de buen gusto. Las prematuras bandas de rock se preocupan mas por sus roperos, que por los agudos conocimientos de acordes que por siempre y hasta siempre, se encontrarán ocultos por entre las cuerdas de las violas infinitas. Solo los buenos lectores de la música y la vida, serán los iluminados a los que el mundo les revelará las respuestas del alba.
No se sabe donde quedaron los intrusos de lo imposible. La televisión se encarga mediante su lento y ardoroso asesinato serial, de exterminar los indicios de imaginación que cualquier tipo de persona pueda llegar a tener. Pero lo que es realmente peor, es que muchos imprudentes salen a las calles a meterle pecho al aire, con sus banderas en defensa de los contenidos televisivos; se consideran los mejores alumnos del cubículo negro e intentan pisotear nuestras cabezas en nombre del malévolo y absolutista Rey Ting.
Pero este tipo de lecturas no son buenas para la salud sensorial de cualquiera de nosotros. Simplemente, es una realidad que no se torna invisible a los ojos de los soñadores. Y es por eso y unas cincuenta docenas de otros motivos, que la radio no te pide que te pares en el medio de la mesa de la señora Legrand y orines en la cara de cada uno de sus invitados. De ninguna manera. Desde la nada. Desde nuestra galaxia. Desde el universo. Desde el planeta tierra. Desde América Latina. Desde la Republica Oriental del Uruguay. Desde la poderosa ciudad de Paysandú, la insignificante señal de radio que aloja a nuestra descerebrada emisora, pretende que vos cierres los ojos de la manera más hermética posible, y comiences a elevarte hacia los lugares mas sublimes, mientras por tus parlantes, se saturan profundos sonidos de naturalezas fantásticas.
Hagamos que la revolución de nuestros pensamientos sea preponderante, impositiva, temperamental; pero que no sea la copia imperfecta de lo que vemos por la alteradora de las verdades, la demagoga de las sensaciones, la imagen material de los sentimientos mas invisibles; ósea: la infernal televisión.
Que nadie intente mostrarte el back stage de los paisajes más brillantes de la imaginación. Que ningún títere del gran show de la humanidad imponga en tus pensamientos propagandas que estimulen al consumo innecesario de porquerías insignificantes. Que nadie se atreva a decirnos cuales son las bases y condiciones que debemos reunir para poder presentarnos al casting de la pelotudez. La vida no se maneja a control remoto. Los cambios radicales no son canales a los que podemos omitir por la salud de nuestros niños. El mágico contenido de la comunicación se viste con sus peores ropas cuando le gritan aire por detrás de la cámara.
Escondan el control remoto en el lugar más inseguro del mundo. Desenchufen al aparato negativo de colores opacos y conéctense a los buenos beneficios del vuelo musical que la radio promete regalar.
Salgamos a las calles. Rompamos las repisas que sostienen a la obviedad.
“Por que la revolución, no se televisará…”
(MºLºTºV)

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