KiLL THiS WAY - el monstruo de la fama



…ambos garchaban  ferozmente. Primero el arriba de ella, luego al revés. Mientras le tocaba las tetas él le decía “¡Oh Lady Gaga, exprime mis bolas hasta que salga disparado al espacio hasta el último hijo puta de mis espermatozoides!” a lo que ella respondía, con una sonrisa siniestra en sus labios y un  brusco movimiento: “Aprieta las nalgas hunny: ¡el monstruo de la fama está contigo y a continuación estará en tu interior!”. Tomó al muchacho de las caderas y lo giró fuertemente. Con dos golpecitos le separó las piernas y ya con la víctima en cuatro patas, desplego un enorme tentáculo verde y luminoso desde su vagina; de forma muy espectacular  atravesó el ano del muchacho, quien atino a mirar hacia el techo con sufrimiento. Una potente luz blanca salió de sus ojos, como dos focos, iluminando toda la habitación. Una vez más,  la ventana de uno de los edificios de la ciudad  resplandecería en medio de la madrugada sin que nadie se percatara. Un nuevo atentado surrealista sorprendería al mundo a la mañana siguiente. Éste era un caso bisagra para investigar en la carrera del detective más grande del condado, Aníbal Chanopa. Era hora de poner en marcha el plan…


KILL THIS WAY: EL MONTRUO DE LA FAMA

   Eran las 7:35 de la mañana cuando Aníbal, en ropa interior y acomodándose los huevos, salió corriendo desde la cama al comedor a atender el teléfono: sabía que aquella llamada sería importantísima. ¿De qué manera lo sabía? No tenía idea, simplemente lo sentía en el timbre del teléfono, una extraña vibración que se generaba en el ambiente le decía todo eso. “¿Si?” dijo con voz firme y segura, mientras iba en dirección a la puerta a levantar un sobre amarillo que allí se encontraba tirado. “Supongo que ya habrá visto el contenido del sobre que le hice llegar: señor Chanopa, necesitamos de su ayuda con más urgencia que nunca. Ah… Soy el Ministro del Interior”. Aníbal, ya con el contenido del sobre en la mano, respondió “Su voz es inconfundible, señor Wilson-Nelson. Claro que ya vi las fotos que me mandó. Son horripilantes”. Las fotos eran de dos cadáveres extrañamente mutilados, cada uno por su lado, en diferentes días, pero con idénticas características entre sí. Desde hacía dos días se venían sucediendo estos inéditos homicidios: las víctimas aparecían desnudas y con los ojos derretidos, sus cuerpos estaban como quemados por dentro y en ambos casos, sus rostros tenían una mueca de asombro muy intimidante. “El Presidente de la nación y quien le habla no sabemos cómo encarar estos episodios cargados de tanto horror; ya es imposible pretender esquivar a las preguntas de la prensa; en las redes sociales se está generando un ola de pánico por parte de los jóvenes, atendiendo a que las víctimas tenían veinte y veintidós años, se habla hasta de dejar de dormir bajo la consigna ‘Insomnio o muerte’ para no ser atacados por lo que sea que está llevando a cabo estos brutales asesinatos. Chanopa, sé que hemos tenidos grandes diferencias estos últimos años, pero debemos reconocer que usted es el detective más experimentado de la ciudad. Pídanos el dinero que quiera, pero necesitamos de su ayuda”. Aníbal se rascó el sobaco del brazo con el cual sostenía el teléfono y con un tono airado respondió “Dejemos en el pasado lo que es del pasado. El caso es mío. Haga llegar en menos de una hora todo lo referido a las dos muertes, necesito un auto discreto y un adelanto económico para solventar los planes que, le confieso, ya tengo en la cabeza. ¡No pierda tiempo! ¡Ya debería estar enviando los documentos! En menos de 24 horas este caso será resuelto”.
    Ni bien apoyo el trasero en la silla de la cocina, ya vestido y con un café en la mano, sintió que tocaban a la puerta. Un cadete oficial le traía dos cajas llenas de información, las cuales colocó sobre la mesa y comenzó a investigar. Las víctimas eran dos, un hombre y una mujer, ambos estudiantes universitarios. De acuerdo a los datos ninguno llevaba adelante una vida muy normal: cada uno a su manera era extravagante. Uno estudiaba sonido en la universidad de música, la otra era estudiante de medicina psicosomática. Según el testimonio de los familiares, ambos jóvenes solían frecuentar discotecas todos los fines de semana, salían mucho con sus amigos, llevaban una vida social muy activa. Análisis de sangre demostraban la presencia de drogas de todo tipo en sus cuerpos, unas consumidas en más cantidades que otras: esto le hacía pensar a Aníbal que los dos difuntos serían algo arrogantes en sus actitudes, para con los demás o consigo mismos. Probablemente sus egos eran hambrientos, quizá tenían vacíos que llenar, tristeza reprimida… En los dos homicidios los cuerpos habían sido encontrados bocabajo en sus respectivos cuartos y no presentaban otros signos de violencia más que la ausencia de los ojos y la quemazón total del interior de sus organismos. Chanopa tomaba de su café con los lentes a mitad de camino entre los ojos y la nariz: algo en él comenzaba a inquietarse. Presentía que estaba frente a hechos con intervenciones sobre naturales, respetaban un patrón realmente aterrador. Le parecía estar frente a una extraña tendencia, al lado oscuro de alguna droga de diseño, alguna moda del momento: creía que las víctimas no sabrían lo que les deparaba el destino hasta milésimas de segundos antes de ser asesinadas. Algo los había llevado a sus cuartos, algo los había seducido de su posterior asesino, habían sido arrastrados por alguna fuerza mayor, algún fetichismo o fanatismo…  
   En busca de pistas que lo despabilen, salió de su casa y subió al Chevrolet antiguo que el ministro le había facilitado. La primera parada fue en la casa de Wendy Look, la primera joven asesinada. Luego de saludar sentidamente a la madre, pidió permiso para ingresar al cuarto de la víctima en busca de huellas y detalles relevantes para la investigación. El cuarto era completamente color rosa, paredes techo y cortinas, había posters de Michael Jackson, Prince, Lady Gaga y Madonna, discos de los Back Street Boys y de Queen, una remera de Daniel Jonhstone y hasta un reloj de pared de Lily Allen. Una nítida noción del estilo de música que le gustaba a Wendy se le conformaba en la cabeza a Chanopa, quien miraba con detenimiento cada cosa. Buscó bajo la cama, sobre el ropero. Se metió en el armario, sacó todos los cajones del escritorio y tirado bajo el mismo encontró un papel azul con letras amarillas con la leyenda VIP. Algo en eso le llamo la atención, por lo que lo guardó en uno de sus bolsillos. Ya bastante confundido, Aníbal salió del cuarto atravesó el living que estaba vació y se fue sin despedirse. “Color rosa. Posters de músicos. Discos solamente de música pop. Golosinas. Un acceso a un sector VIP” pensaba el detective mientras fumaba y conducía, casi inconscientemente en dirección a la casa de la segunda víctima. “Esta chica debió tener una vida llena de engaños, placeres instantáneos. Lo mismo que la hacía fuerte y poderosa, la tornaba débil y vulnerable” se decía a sí mismo un poco dubitativo…
   Una vez en el cuarto de Paul Miranda, el último fallecido, se sorprendió al encontrar un panorama similar: todo en aquel lugar, cada objeto, tenía un vínculo con algún músico o banda del género pop. Había muñecos de Star Wars, un disfraz de Harry Potter, botellas vacías de bebidas energizantes, restos de marihuana y cocaína dentro de una caja de vidrio llena de pipas y papelillos para armar cigarros. Dentro del equipo de música, que estaba encendido aunque en silencio,  encontró un disco de Lady Gaga trancado en el track número  dos, llamado Born this way. Fue llamativo el hallazgo una vez que Aníbal le dio play al equipo: dicha canción sonaba a todo volumen, terminaba, y volvía a empezar… Sin apagar la música y dejando la puerta abierta salió de la habitación. En camino a la salida del apartamento notó que bajo su zapato tenía pegado un papel azul idéntico al que había encontrado en  la habitación de Wendy. Cuando el padre de Paul despidió a Chanopa desde la puerta todavía se escuchaba la canción desde la habitación: “My mama told me when I was young / We are all born superstars / She rolled my hair and put my lipstick on / In the glass of her boudoir…”
   Eran las siete de la tarde y Aníbal tenía la clásica frustración que siente un detective justo antes de dar con la pista clave para resolver el caso. Algo desesperado y con dolor de cabeza entró a un bar en la calle principal de la ciudad y pidió un whisky con agua para aclarar las ideas. Sin duda alguna, ese pase VIP de color azul que había encontrado en ambas habitaciones sería clave para encontrar al asesino, pero ¿a qué fiesta o evento pertenecían dichos pases? Ya más relajado y algo borracho salió del bar con la convicción de estar cerca del final del caso. La cabeza ya no dolía, por lo que caminó hasta su auto fumando un cigarrillo mirando para todos lados, como buscando lo que necesitaba encontrar. Y ahí estaba: lejos, a unas dos cuadras, un enorme cartel de neón advertía que Lady Gaga agregaría una última función en su visita a la ciudad. Por alguna razón intangible, supo de inmediato que debía ir a ese show en busca de la señal que necesitaba. El show era a las veintidós horas, por lo que tenía tiempo para ir a su casa, darse una ducha y prepararse para desenmascarar al asesino.
   La ciudad estaba inquieta, las luces iban y venían: los autos tejían una red invisible entre calles y avenidas, y en la calle principal, afuera del inmenso teatro donde tocaría Lady Gaga estaba abarrotado de adolescentes, todos diferentes entre sí  en sus modales y preferencias, tan diferentes que en definitiva eran todos idénticos. “Manga de diversos” pensaba Aníbal apoyado contra su coche mientras miraba como los jóvenes  ingresaban al teatro. Todas podían ser Wendy. Todos podían ser Paul. Sabía que estaba cerca. En aquel ambiente se escurriría el asesino. Terminó el pucho y mostrando la licencia de detective entró al teatro en dirección a la VIP. Efectivamente, a la entrada de la misma dos mujeres paradas sobre enormes plataformas fluorescentes en los pies, entregaban a los invitados tickets azules con la leyenda VIP en amarillo. Ya estaba más cerca. En aquel apartado del teatro, los jóvenes más pudientes tenían una vista privilegiada que daba bien de frente al enorme escenario: todo se podía ver desde la VIP, era el lugar perfecto desde el cual observar. Con un whisky on the rocks calentándole las tripas Aníbal observó como a su alrededor los jóvenes muy naturalmente consumían cocaína, pastillas y alcohol. A ninguno le importaba nada, eran bestias inocentes en busca de extasiar su noche, todos conversaban desaforadamente entre sí, se reían, algunos caían por la borrachera. Homosexuales, heterosexuales, travestis, gays, lesbianas: todos se besaban, todos lloraban de emoción, todos eran reyes de un instante, eran el espejismo de una celebrity, falsos superstar… De pronto las luces del teatro se apagaron en su totalidad haciendo explotar en un grito ininterrumpido  a la multitud hambrienta de pop: lo único que se veía eran las luces led que estaban en la barra de la VIP, en las remeras de algunos  indiscretos, en zapatos, collares y pulseras. El telón comenzó a abrirse muy lentamente mientras un grave sonido en la nota E (mi) invadía desde los amplificadores como marcando la plataforma sobre la que algo extraordinario estaría por suceder.  De menos a más, un extraño y penetrante aroma a alhelíes empezó percibirse en el ambiente al respirar, un detalle simpático e hipnótico pero que no dejaba de asombrar. ¡¿Por dónde más pretendía Gaga seducir a sus seguidores?! Chanopa, risueño, como drogado, miró livianamente a su alrededor como preparándose para ver un espectáculo obsesivamente ambicioso. Como sin querer, se colgó mirando con  ayuda de escasísima luz a dos muchachas de unos 20 años, una de cabello largo y enrulado, peli roja, con muy buen cuerpo, y la otra era flaca -muy flaca- de pelo lacio y corto, hasta la altura de los hombros… Por primera vez en la jornada la mente de Aníbal no pensaba en el caso que lo había llevado a ese lugar. Sintió que estaba siendo demasiado optimista, que en ese concierto había miles de personas, sería muy difícil encontrar al asesino sin una gigantesca cuota de suerte. Capaz no tendría que haber aceptado éste caso, se decía a si mismo mientras tragaba whisky: su reputación como detective era buena, aunque hacía años no reafirmaba  su gran experiencia ante las nuevas generaciones. Dar con el asesino sería para Chanopa  una contundente inyección de vigencia.
   Después de una flasheante explosión que dejó a todos delirando, una centena de bailarines brotaron desde todos lados al ritmo nervioso de una melodía de sintetizadores entre triste y rabiosa. Desde el fondo del escenario, bajo robustos tachos de luz verde, un deforme huevo blanco, húmedo y pegajoso, apenas transparente, se arrastraba despacio hacia el centro de la plataforma. Mientras se acercaba, Chanopa -sorprendido y siniestramente feliz como todos los demás- pudo ver que algo se movía dentro del huevo, algo realmente repugnante. Rompiendo fuerte con sus uñas desde el interior de la bola de baba, Lady Gaga salió cantando angelicalmente un canción que decía básicamente “eres joven, tienes vida, tienes tiempo, elabora tu destino, se el titiritero de tus acciones, arquitecto de tu felicidad, inspector de tránsito de tus sueños, habla con tu corazón, pregúntale que siente, anótalo, y por último lee lo que escribiste y hazlo, la vida es cool” etc. Gaga vestía un extraño atuendo hecho con mariposas vivas que no paraban de sacudir las alas, cocidas una a una sobre cada punto del enorme vestido.  Ver aquel enjambre de mariposas sobre el vestido de la cantante era triste y maravilloso: las pequeñas querían volar pero por supuesto que les era imposible. De vez en cuando alguna caía al suelo con un pedazo de ala menos, pero con suerte llegaba a arrastrarse un par de centímetros hasta ser escrachada contra el suelo por el talón de algún exaltado bailarín. Para redondear el concepto del vestuario, Lady llevaba  guantes hechos con el cuello de dos pavos reales y de sombrero tenía el encantador cráneo de un ciervo de cola blanca
-muy parecido a Bambi- que todavía estaba tibio… Con gran soltura la novata reina del pop recorría el escenario luciendo todo aquel realismo sobre sí: mientras señalaba al cielo metiendo un agudo, cuatro cabras correteaban entre la escenografía, unas ciento veinte mulitas caían desde el techo al ritmo de las semicorcheas y tras un estallido sobre el final del tema millones de renacuajos, todos enredados entre sí  hechos una pelota gigante dieron de lleno sobre la cantante que escupía pequeñas ranitas gozando de la performance. Todo a tiempo, todo muy bien ejecutado; imaginar un ensayo de todo aquello se hacía difícil. La muchedumbre como era de esperarse se encendió en un orgasmo colectivo que se diluyo en aplausos, gritos y llantos. Aníbal, que esperaba más producción para la apertura del show (después del huevo ya nada lo movilizó tanto) hizo un mueca sobradora y se fue hacia atrás en busca de mas alcohol. El caso a esa altura era un imposible, ya no lo alteraba casi nada,  evitó pensar en el Ministro y toda la mierda, el momento pedía más whisky y menos protocolo detectivesco. Mientras alzaba el tercer vaso -al tiempo que Gaga cantaba el estribillo de su ya tercera canción cuando los bailarines fingían tener sexo con orugas reales- Chanopa se perdió bajo las polleras de la chica de cabello negro y ondulado que bailaba con su amiga. Sin dar vueltas fue hacia ellas y les ofreció invitarlas algo de tomar. La única que aceptó fue la joven que le gustaba, lo que lo alegró, ya que la más flaca de las amigas parecía distante, casi autista en su actitud. Hablando con su compañera de tragos supo que se llamaba Fanny y tanto ella como su amiga –llamada Nelsan- eran fanáticas de Gaga, ambas amaban la postura filosófica de la cantante y actuaban en función de ella, practicaban su doctrina… De dicha doctrina, del futuro del pop y de otras muchas cosas se quedaron hablando Chanopa y Fanny mientras el show continuaba. A todo esto, Nelsan bailaba somníferamente con los ojos clavados en el escenario como inducida por lo que veía y escuchaba. Ya pasado el meollo del concierto, entre el nudo y el desenlace del mismo, Aníbal se animó a besar a Fanny quien le siguió el viaje. Durante el beso que fue largo, mientras saboreaba la lengua de Fanny, el detective recordó que tenía un caso por resolver e inmediatamente, como reflejo de una repentina desesperación, siguió besando a Fanny pero ya con brutalidad, como queriendo comérsela viva y así esquivar la frustración de estar en un toque de Lady Gaga, comiéndose a una pendeja en medio de la misión bisagra en su carrera de detective.
   El espectáculo seguía: más grotescos, más exabruptos, en las canciones lentas se repartió una luciérnaga a cada espectador para decorar el ambiente, hubo cascadas de leche materna, vestidos de carne, etc. Chanopa y su conquista seguían trenzados en abrazos, besos y manoseos y la amiga de su chica saltaba ahora como poseída por la última canción de Gaga quién a modo de despedida rociaba a los presentes con placenta de mandril. Eran la una de la mañana y el teatro apagaba sus luces para que los fans salieran saturados de energía en dirección a la calle. Con una imperceptible mueca de desilusión y abatimiento Chanopa salió del teatro con Fanny de la mano en dirección a la casa de ésta última: Nelsan se les había perdido a la salida y dieron por hecho que la encontrarían en la casa ya que ambas amigas vivían en el mismo lugar.
La pija de Aníbal entró y salió de la boca de Fanny más de mil veces, tuvieron sexo desenfrenado aprovechando que estaban solos en la casa ya que la segunda habitante no había llegado aún. Hicieron de todo. Chanopa cojía como si aquella fuera la última vez que lo haría: tanto sudar lo había despabilado, el caso ahora no salía de su cerebro aunque a pesar de eso la erección se mantenía “Con este caso, al menos comprobé la vigencia que todavía tengo en la cama” pensaba mientras chupaba un pezón atravesado por un piersing. Entrada la madrugada, después de que Fanny dejó de galopar sobre su pene, Aníbal sintió que desde la habitación de al lado algo se movía, hacía ruidos. No distinguía que era, pero estaba seguro de haber escuchado torpes golpes vibrando entre las paredes. Con la excusa de ir por un vaso de agua con hielo, salió de la habitación y se dispuso a averiguar que estaba sucediendo. El instinto detectivesco le vibraba por el cuerpo, sabía que después de esa sensación venía siempre lo mejor. La casa estaba ahora en completo silencio. Se sintió frustrado, la realidad indicaba que todo estaba en orden. Abrió la heladera, sirvió agua en un vaso, agrego hielos, y mientras bebía con la luz del freezer en la cara, comenzó a sentir olor a alhelíes. Abruptamente y como teniendo conocimiento de todo apoyó el vaso sobre la mesa y cuando quiso encaminarse hacia el cuarto de Nelsan, desde abajo de la puerta, muy lentamente, una mariposa con el ala rota se arrastraba como queriendo salir…
         

1 comentarios:

the laboratorist | 17/5/13 23:32

de las chapas!!

Publicar un comentario

Público frecuente