Mi nombre es Saúl (gestor cultural del pueblo)

 


               

 - Si. Básicamente eso, lo que acaban de leer en el título. También atiendo una ferretería en el barrio olímpico, pero eso es más un pasatiempo para hacer algún pesito extra. En mi pueblo esta lleno de gestores culturales. Tres de cada cinco personas es gestora cultural. Desde que en la ciudad se apagaron las chimeneas las personas se empezaron a anotar en cuanto curso había: administración de empresas, reparación de PC, técnico en aire acondicionado. Pero el curso que más rindió siempre fue el de gestor cultural. En las clases proyectaban unas imágenes a color muy bonitas y cada tanto repartían sanguchitos de miga para todo el alumnado. Si te agarraba mate en mano te hacías la tarde, completita. Encima con esas imágenes de colores, un espectáculo. Las pruebas semestrales no eran para nada complicadas, pero así y todo el filtro después del primer parcial reducía el número de alumnos a la mitad o menos. La clase terminaba solo con setenta y ocho personas a fin de año, la nada misma. Por eso se da que en mi pueblo casi todos los vecinos somos colegas. Zulema, la del mercadito de frutas y verduras fue la que se recibió primero. Una tarde de primavera armó una kermés descomunal por el día del estudiante. ¡Inolvidable! El pueblo agradece hasta hoy por aquella jornada tan bien organizada: feria de torta dulce, catorce muchachos con rastas haciendo malabares con fuego, cuarenta y siete gurisas colgando de las telas, panchero, una banda de metal pesado, rifa de una pashmina tejida a mano y gran cierre con achuras a la rebatiña. Todavía conservo el ticket de la rifa que gané (la pashmina se fue con Yanella en mi primer divorcio). ¡Que momento ameno para el pueblo! De solo pensarlo me vuelve a la memoria la brisa tibia de aquella tarde... Todas las generaciones que se recibieron de gestor cultural después de Zulema la tuvieron que pelear un poco más. La vara había quedado allá arriba. Pero hubo buenos intentos: la vez que Darío Mancuerna trajo a Miguel Misógino y los Cantores del Alba al Club Social Yapeyú, la Festi Linga de Susana Cotuño en la rural, la gran cena show de Raúl Lamothe con la cantante tropical del momento, Marixa Motosierra... Son sin duda grandes hitos culturales que el pueblo ha sabido atestiguar. Lamentablemente, el recuerdo se pone cada día más rancio y añejo y el presente no parece querer renovar las memorias del futuro. Cada nuevo gestor cultural que egresa del instituto se va en busca de nuevas oportunidades a vivir a la capital o arma festivales de cantautores locales por streaming. Otros se han dedicado a la cerveza artesanal. Pero bueno, todavía conservo la esperanza de que entre todos acomodemos un poco la escena artística de nuestro pueblo. Por que ser gestor cultural en estos tiempos que corren es todo un desafío y con la ayuda de los nuevos medios de comunicación, la Internet y el empuje de los diecisiete colegas que tengo solo en la cuadra en la que vivo, sacaremos la cultura adelante, con ímpetu, trabajo, creatividad e imaginación.

 

Saúl se colocó el Ruger SP101 calibre 22 en el cuello y disparó. Sus sesos decoraron de tal manera la biblioteca que tenía a sus espaldas que cada libro fue subastado por unos cuantos pesos en un remate de renombre. Incluso uno de Gabriel Rolón. La transmisión en directo por YouTube resultó la más vista de la semana con millones de reproducciones. Y Zulema decidió dejar de ejercer la gestión cultural para dedicarse a las frutas y verduras: la performance de su colega llevaba ahora la delantera.

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