Latinoamérica al poder
















   Vistos los últimos acontecimientos televisivos, invadidos para bien por banderas de colores, nombres de capitales, apellidos característicos y  latiguillos culturales, varias reflexiones salen a flote como cayendo desde la repisa del sentido común. El mundial de football deja flotando en vista de todos, una situación global de clisés colectivos y comportamientos continentales, que son un documento actualizado y hasta algo desdibujado de la realidad misma. Pero descansar conclusiones desde lo que filtra la TV, es siempre perverso y jamás recomendable por más que los noticieros quieran sugerir otra cosa.
   El aspecto que mas nos interesa  y cultiva del momento futbolero que atraviesa la hora universal, es esa presencia que ocupan los países latinoamericanos a todo nivel, comenzando por supuesto desde el centro mismo del campo de juego.
Al día de hoy, dos países (Uruguay y Argentina) ya forman parte de los ocho mejores equipos del mundo: en pocas horas otro de los latinoamericanos (Paraguay) puede acceder a dicha lista, y en aún menos horas dos grandes del continente en cuestión (Brasil y Chile) se disputarán (en el mejor de los casos de acuerdo a los resultados) el cuarto lugar dentro de las ocho estrellas del balonpié del planeta tierra. ¡Que bonito!, pero listo, la emoción se termina ahí. Y ahora sí, el relleno de la reflexión.
   Ya es hora de que los caminantes de América del Sur comiencen a observar hacia abajo: las miradas se pierden en el cielo y las ideas se dispersan, los ciudadanos de la gran región aún no asumen la unión evidente que los somete desde el inicio del todo, cuando Dios presionó su grotesco dedo contra el gigantesco play intergaláctico. Me interesa aclarar justo a esta altura del texto, que soy muy conciente de lo ineficaz que es la excusa para incursionar sobre este tema, pero bueno, casi nunca sé por que estúpido camino llegar a casa después de una noche zigzagueante (aplíquese esto hoy a mi literatura).
   Lo dijeron las letras de la ya evaporada banda A.N.I.M.A.L de Argentina. Dicha banda se caracterizó siempre por sus letras sobre problemas autóctonos, enfatizando en la unión de los poderes con la naturaleza como único interés plural: “La unión hace la fuerza, el respeto ayuda, a salvar diferencias que a menudo ensucia. Puede ser un comienzo, una piedra rodando, para hacer avalancha arrasando al paso. En el fin del siglo la esperanza proclama que los hombres protejan a esta tierra sagrada. Donde el diablo a metido, tantas veces la cola, ya es tiempo latinos, de ordenar las cosa juntos. Por el  poder latino. Ya se siente esta llegando...” Varias mentes ya vienen pujando para conseguir ese sentimiento latinoamericano que evidentemente es complejo y luce extremadamente alejado se las posibilidades, que hoy por hoy son urgentes. Nombrar a Eduardo Galeano como vocero pluricultural sería ilustrativo y básico, pero así y todo nadie amplifica sus pensamientos con demasiado entusiasmo: decir  que leímos “Las venas abiertas de América Latina” es querer formar parte del zumbido social  y sentirse conciente del problema, pero pocos  elaboran a partir de lo que plantea la obra. Y no me refiero, dulce y espero poco susceptible lector, a ti como persona ni nada parecido. Por el contrario, mi interés es identificar en nuestra identidad esa porción que naturalmente le debemos a nuestro contexto geográfico. Ser latinoamericanos no es ser asiáticos. La aldea que no aloja sobrepasa esta pantalla, las paredes de las casas, los horizontes y las fronteras. Será realmente imposible gestar un sentimiento mundial, mientras que nos enfrentamos a nosotros mismos, le cortamos el puente al país vecino, imponemos trabas legales a las personas extranjeras que caminan por nuestras calles, atentamos contra las embajadas enemigas y lo peor de todos, alimentamos a un sistema militar por que, ¡por favor!, no valla a ser que el pedazo de tierra que esta al lado del nuestro nos intente lastimar y nosotros no tengamos las granadas a mano.
   Resulta bastante difícil hablar por fuera de nuestra esfera, teniendo en cuenta que ésta es más gigante de lo que pensamos. Y digo esto, por que afirmar que todos estamos dentro de la misma puede hacer que muchos lectores radicales escupan en este momento la pantalla del monitor. Ya lo eh dicho. El poder está en nuestra historia. Los antecedentes de Latinoamérica reflejan conceptos valiosamente reiterativos: unión, fuerza, cautela, perfección, divinidad, amor. Indios que ponían al sol en el centro de la admiración, rituales, música y armonía mental. Comunicación ambiental y reconocimiento a la interconexión de las cosas. Lenguajes culturales. Sentimientos de amor por lo que nos hace ser quien somos. Hoy parece que el mundial quiere decirnos algo que todos vemos pero nadie celebra. Pero no te ofendas, respetado y valiosísimo lector. Yo también siento que mis gritos no cambian el curso del viento. Solo nos queda mirar para adentro y olvidarnos de lo demás. El mundial es una mentira. Pero hasta de ellas se aprende.
   Latinoamérica y su poder serán
siempre una fuente de valor para quienes la identifiquen como tal. No olvidemos
que nosotros no fuimos los que cruzamos: ellos vivieron desde lo lejos y nos encandilaron
son sus espejillos (muy bonitos, por cierto).

1 comentarios:

Unknown | 9/7/10 09:57

Excelente Seba como siempre,algo bueno para leer,meditar y porque no reflexionar...espero tu próximo texto,seguí escribiendo.

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